Apenas 48 horas pueden servir para enamorarse de la ciudad más pujante de Galicia. Un casco antiguo y medieval, un paseo costero infinito y lo mejor de la cocina española.

Las galerías de la Avenida de la Marina son la credencial más famosa de esta ciudad portuaria a la que todos llamamos La Coruña, salvo su gente, sus vecinos, dueños y hacedores que la nombran, en gallego, «a Coruña». En madera blanca, cuadriculados hasta el infinito, estos balcones cerrados dejan que pase la luz sin que se filtre el viento del océano. Cielo azul y puro sol en La Coruña. Por sus galerías marinas le dicen la ciudad de cristal.

Nuestras anfitrionas son dos hermanas-amigas encantadoras, nos llevan de paseo por la plaza principal de la ciudad, inmensa, que preside el edificio del ayuntamiento, magnífico, de tres cúpulas, y donde se destaca la estatua de María Pita, lo más parecido a una guerrera feminista, si se tiene en cuenta que jugó un papel fundamental en la defensa de la ciudad a fines del siglo 16, durante la invasión del pirata Drake.

Las islas Cíes, tesoro de Galicia

Parece que con la misma lanza que mataron a su marido, ella asesinó al que dirigía el ataque y se puso al frente de la  «El que tenga honor que me siga», parece que dijo esta mujer, que tuvo cuatro hijos, cuatro maridos y se la pasó de causa en causa. Locales y turistas siempre van a sacarse una foto con ella. Y nosotras no quisimos ser menos.

El casco antiguo, la calle Real, las iglesias de piedra de aires medievales sirven de previa para un almuerzo que se estira hasta la tarde. El pulpo a la gallega se sirve en plato de madera. Las navajas son un deleite.

La leyenda y la ciudad

Pero La Coruña no sería La Coruña sin la bellísima Torre de Hércules. Construida originalmente en el siglo 1 (conserva en el interior su aspecto primitivo), alberga el faro romano en actividad más antiguo de Europa.

Hórreos y «palilleiras», tradición gallega

La caminata comienza tranquila en la Costanera y termina en la punta de la península, donde el viento manda y las vistas se abren hasta la inmensidad. La mole de piedra tiene 55 metros de alto.

Una leyenda le atribuye al hijo de Zeus haber librado estas tierras de los horrores de un gigante llamado Gerión al cabo de una intensa lucha que duró tres días y tres noches que terminó cuando lo venció y le cortó la cabeza. Satisfecho por la odisea, ordenó levantar arriba de la cabeza de su contrincante una torre para celebrar la victoria. Dicen que la primera mujer que llegó luego de la batalla se llamaba «Crunna». Y a ella se le debe el nombre esta ciudad tan hermosa donde el viento da la vuelta.